lunes, 25 de octubre de 2010

INSOLENCIA DE LA LUZ


Tiempo hace ya,
yo era una sombra al descuido.
Tú llegaste para despertar en mí,
todo cuanto estaba dormido.

Como quien por el sueño sometido
Entre sobresaltos de lujuria y pasión,
En la fortaleza natural de tus caprichos,
Sólo, hecho padre y filicida a la vez,
Sin temor ni culpa, casi feliz,
Muerto que de morir nada sabe,
Olvidado de sí entre las negras piernas
Como sombras que van hacia la noche
En la embriagues vacía de los miedos,
Yo, triste corazón entumecido por el frío,
Al candor de tus besos brasas cenizas,
He de volver como un fénix embravecido
Al caudal sangre de la vida.